¡Atención, señores! Nos hemos quedado sin profesionales para los oficios esenciales

Hubo un tiempo en el que los oficios tradicionales eran valorados. Pero, claro, ¿para qué íbamos a necesitar electricistas, fontaneros o carpinteros cuando podíamos tener miles de graduados en carreras que no saben ni cambiar un enchufe? La moda de empujar a todos los jóvenes hacia la universidad ha dado sus frutos: ahora, encontrar a alguien que arregle una tubería es más difícil que ver a un político renunciar a su escaño.
Los pocos profesionales que quedan rondan los 50 años o más, y esperamos que tengan una salud de hierro, porque cuando se jubilen, ¿qué haremos? ¿Mirar tutoriales en YouTube? ¿Rezar para que la IA nos cambie la caldera? Mientras tanto, seguimos aumentando el número de funcionarios y letrados de justicia. No vaya a ser que en vez de arreglar un grifo, nos haga falta un abogado para demandar a la humedad.
Se dice que muchos oficios desaparecerán con la automatización y la inteligencia artificial. ¡Por supuesto! Seguro que un robot con bata de laboratorio vendrá a instalarte la fibra óptica o a reparar el tejado después de una tormenta. Si algo está claro, es que los trabajos manuales serán los últimos en desaparecer. Pero no nos preocupemos, sigamos fomentando carreras sin salida práctica y dejemos que los oficios esenciales se extingan. Después de todo, ¿quién necesita electricidad, agua corriente o una casa bien construida cuando podemos vivir de teorías y burocracia?
Quizás, solo quizás, sea hora de que nuestros gobernantes despierten y comiencen a valorar la Formación Profesional antes de que terminemos en una crisis donde un destornillador sea un objeto de museo.
Y recordad, chicos: si queréis ganar mucho dinero, estudiad FP. Mientras otros buscan empleo, vosotros estaréis arreglando sus casas y cobrando bien por ello.