Profesores y ChatGPT: ¿quién da clase aquí?
Una auténtica innovación pedagógica, oye. La IA escribe el temario, la IA hace el examen… y el profesor lo mira con la misma sorpresa que el alumno. Un sistema redondo.
La escena es ya clásica:
El alumno levanta la mano en plena prueba:
—Profesor, ¿por qué la opción B es incorrecta?
Y el profesor, con elegancia:
—Pues… muy buena pregunta.
Traducción: “Ni idea, hijo, pregúntaselo a la máquina, que yo solo soy el intermediario”.
Porque sí, seamos sinceros: si el temario lo hace ChatGPT y el examen también, lo normal es que quien menos lo entienda sea precisamente quien lo va a corregir.
Claro, luego faltan explicaciones. Pero ¿cómo va a explicar nada alguien que no ha escrito ni una coma de lo que enseña?
Antes, los profesores elaboraban su temario: investigaban, anotaban, reflexionaban.
Ahora, la reflexión consiste en elegir entre “generar de nuevo” o “usar respuesta anterior”. Un avance histórico.
Los alumnos, mientras tanto, estudian unos contenidos que no corresponden con nada dado en clase, porque el temario lo generó una IA a las cuatro de la tarde y el examen otra IA distinta a las nueve de la noche. Y entre medias el profesor intentando descifrar su propio material, como si fuera un jeroglífico egipcio.
Lo mejor llegará cuando los alumnos empiecen a responder a los exámenes —por supuesto creados con IA— usando… IA.
Al final, vamos a tener exámenes donde la única comunicación coherente será entre máquinas. El profesor, invitado de piedra.
Eso sí, si algún día dudas de una pregunta del examen, no te preocupes:
no levantes la mano, abre ChatGPT y pregúntale directamente al verdadero autor.