España piere e

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Una ambición que buscaría a través del balón, santo y seña de este equipo. De Dean a Nico. De Nico a Pedri. De Pedri o Oyarzabal. Las jugadas se construían a fuego lento.
La posesión poco a poco fue cayendo del lado español, y Zubimendi, eje en el centro del campo, iba a plasmar la superioridad inicial en el minuto 22: atento en el área, el donostiarra aprovechaba una indecisión para firmar su segundo tanto con la camiseta de la Selección. Un gol especial, certero, que hacía saltar de alegría a los 15.000 españoles presentes en el estadio muniqués.
Pero con Bruno Fernandes, Vitinha, Cristiano Ronaldo, Bernardo Silva o Nuno Mendes, entre otros, no iba a ser fácil. Y sería precisamente el lateral izquierdo, decidido y preciso en el golpeo, quien igualase el choque a los dos minutos.
Dicen que en las finales emergen las grandes figuras, los jugadores que están destinados a momentos especiales. Oyarzabal, autor del tanto de la victoria en la Eurocopa, es uno de ellos. Y Cristiano Ronaldo, también. Suyos fueron los goles del 1-2 para España al filo del descanso y del 2-2 para Portugal tras la reanudación. Evidencia clara del precioso intercambio de golpes y de la igualdad reinante.
El paso de los minutos presentaría acciones en las dos áreas, destacando en este caso las figuradas de Diogo Costa y Unai Simón, responsables de mandar el encuentro a la prórroga tras sendas intervenciones a disparos de Isco y Bruno Fernandez, esta última instantes antes del final del tiempo reglamentario.
El título tenía que decidirse por un pequeño detalle, un instante de magia. Pedro Porro intentaría así sorprender desde el centro del campo; y Leão, por su parte, encontrar el hueco entre una formidable defensa que no daba opción. Irremediablemente, la tanda de penaltis decidiría y esta vez la suerte caería del lado rival.
En el quinto lanzamiento de los lusos, Rubén Neves sentenciaba con un balón ajustado y decantaba un partido que pudo caer de cualquier lado. Esfuerzo sin premio de una selección que puede estar orgullosa de haber dado su máximo hasta el último segundo.